Se denomina aval a una forma de garantía. Se dice que una persona es aval de otra cuando la primera se compromete a responder por los compromisos de la segunda, adquiridos mediante la suscripción de títulos de crédito, en caso de haber algún problema o incumplimiento. El que da un aval otorga una garantía de la obligación contraída por alguien más.
¿Es conveniente ser aval?
Puesto que el que se presta para ser aval se compromete a responder por las obligaciones de otro, serlo conlleva riesgos que son necesarios examinar antes de aceptar dicho compromiso jurídico.
Es necesario tomar en cuenta que ser aval es, de cierto modo, ser partícipe de la deuda de otro. Al ser aval, comprometes tus bienes como garantía en caso de no cumplirse con las obligaciones en los plazos establecidos. Muchas personas aceptan ser avales sin pensar seriamente en las consecuencias que ello implica y en algunas ocasiones pueden llevarse sorpresas muy desagradables. Por ello, una decisión de esta naturaleza debe pensarse con mucho cuidado.
En algunos casos, cuando conocemos muy bien a la persona que nos solicita ser su aval y estamos seguros de que tiene la capacidad y disposición de cumplir con sus obligaciones, ser aval podría implicar un riesgo controlado.
Otros consejos para decidir ser aval
¿Se puede renunciar al compromiso de algún modo?
No es sencillo renunciar a ser aval, puesto que al aceptar serlo, se está de acuerdo con un título de deuda con todas las cláusulas allí especificadas.
Además, las tres partes interesadas: acreedor, deudor y aval deben estar de acuerdo en caso de cualquier modificación al título original. Lo mejor es estar seguros de quién y cómo es la persona que nos solicita ser su aval.